– Rodríguez ¿de qué escuela viene?
– del Balmira Profesora – casi como un soldado.
– ah, de allí vienen bien preparados – Sentí
un fresquito.
El primer
día en la que sería mi casa de estudio durante cinco años, no me pudo tocar la
primera clase con nadie más sino con Miriam Molina, la profesora de Matemática.
Mujer de recio carácter, gran dominio de su disciplina, y, aunque no lo creyera
en ese momento, con un enorme corazón, como lo descubrí con el transcurrir del
tiempo entre los pasillos y salones de mi liceo. Ella era un aviso de lo que
vendría durante el lustro que comenzaba ese día: excelentes docentes, exigencia
y calidad educativa.
Imagino que
con esa idea, y convencido de la urgente necesidad de educación que existía en
Venezuela, el sacerdote Francisco Seijas comienza una labor, entre tantas
labores, que le haría merecedor de que hoy, al menos que yo sepa, dos
instituciones educativas del Estado Cojedes lleven su nombre. Pero no lo veo
pensando en que tanto tiempo después, aunque en contextos diferentes, la
necesidad de educar sea la misma.
Hace ya
cuarenta años, se funda aquí en mi pueblo natal el Ciclo Básico Tinaquillo, que
hoy lleva el nombre de UE “Mons. Francisco Miguel Seijas”, para cubrir la
demanda de educación secundaria que existía en el Municipio. Con muchas
carencias y no pocas dificultades, abre sus puertas desde hace cuatro décadas
para ofrecer a los jóvenes que pasan por sus aulas lo más valioso que se le
puede ofrecer a alguien: educación y futuro.
Cuarenta
años después de que se fundara el que hoy es uno de los liceos más emblemáticos
del municipio, son muchas y variadas las dificultades a las que todos los días
hacemos frente como docentes. La educación pública en el país no atraviesa por
un buen momento y sin embargo, dejando la modestia a un lado, el Seijas sigue
siendo referencia para bien tanto dentro como fuera de Tinaquillo. Eso no es
por casualidad, es porque en cada reunión discutimos y peleamos bastante entre
nosotros; la pasión por la profesión que elegimos nos hace querer imponer el criterio
que nos parece es lo mejor para los muchachos. La falta de esas discusiones y
peleas en otros planteles, ha provocado su descomposición.
Otro punto
a nuestro favor, es que buena parte de los que allí trabajamos, no hace mucho
que fuimos estudiantes en esas mismas aulas, y perviven en nuestra memoria los
modelos de los excelentes docentes que tuvimos, así que tratamos de continuar con
su legado. Cómo no recordar las clases de historia de Jorge Cancines, todavía
decimos que “el que no le entendiera es porque era bien bruto”; las de inglés
con el profesor Ortiz, attention please!; Geografía con Chejade; Química con
Néstor herrera; Física con Rómulo; Matemática con Miriam Molina, María De Luca,
o Pablo Luis; Biología con Nancy Pereira, entre tantos otros que no caben en
estas líneas y a quienes ofrezco mis disculpas. Siempre he tenido una muy buena
imagen de todos y son parte de cada clase que doy.
Son
cuarenta años que hoy consiguen al Seijas, como muchas otras instituciones, con
muchas carencias en cuanto a lo material, pero con el mismo espíritu que de
Monseñor Francisco Miguel ha venido pasando de generación en generación de
docentes, y que esperamos que impregne a muchos más de nuestros colegas. Este
jueves y viernes celebramos los cuarenta, esperando que a los cincuenta brille
mucho más nuestro liceo.
Lcdo.
Francisco Rodríguez
fran16x@gmail.com